Artículo publicado en la revista Sociedad de Amigos de la Cultura de Velez Málaga, y publicada por el Centro de Publicaciones de la Diputación de Málaga (CEDMA), con ISBN: 1699-4264
1. El problema
La ONU ha alertado de que para el año 2050, unos 6000 millones de personas vivirán en ciudades. Esto será aproximadamente el 70% de la población mundial. Una gran parte de estas personas están naciendo o nacerá en África, un continente que carece de las infraestructuras políticas, institucionales, culturales y físicas para asumir tal incremento poblacional. Ello afectará el orden mundial con la aparición de conflictos cada vez más complejos que requerirán nuevas formas de gestión a la altura de este proceso, que por grave que lo percibamos en la actualidad, es sólo incipiente. Se impone una reflexión sobre cómo queremos que sean esas ciudades.
2. La Ciudad Global
En el año 2000, se publicó el libro “La ciudad global: Nueva York, Londres, Tokio”, de la socióloga y economista Saskia Sassen, profesora en la Universidad de Columbia y una de las mentes más lúcidas del panorama intelectual contemporáneo.
Sassen enfatiza la importancia de las ciudades afirmando, que el futuro del mundo es el futuro de las ciudades y no el futuro de los países. Ciudades interconectadas en un mundo neoliberal en el que se desarrolla la vida de quienes las habitamos. Desde la caída del muro de Berlín, el Estado Nación sigue un proceso acelerado de jibarización frente a la cada vez mayor capacidad de acción de nuevos agentes jurídicos, como las grandes corporaciones trasnacionales o los entes financieros.
Una ciudad global no es una ciudad grande, ni una ciudad donde podemos encontrar las franquicias de la nueva economía genérica (en alusión a la ciudad genérica descrita por Rem Koolhaas en su libro “La ciudad genérica” publicado en 2006 y que podríamos reconocer como la forma urbana de esa economía). Una ciudad global es todo eso, pero también es un territorio conectado con otros territorios no necesariamente próximos geográficamente, pero con los que comparte dinámicas que lo acercan más a ellos que a los territorios adyacentes. La city de Londres tiene más en común con el distrito financiero de Manhattan y con Tokio, que con el entorno residencial del Gran Londres, que probablemente tiene más similitud con los problemas de la periferia madrileña. La geografía se ha vuelto discontinua.
Una ciudad global es el reflejo de un orden mundial en el que es necesario repensar los conceptos que hasta ahora habían servido para nombrar la realidad territorial y política del siglo XVIII, XIX y XX. La era de la colonización fijó un territorio dominado por grandes Estados cuyos límites eran las fronteras físicas que se trasladaban a golpe de enfrentamientos bélicos. La conquista de los recursos pasaba por la anexión de territorios y la imposición de formas de vida. En este escenario, siempre hubo desigualdad entre las personas de un territorio frente a otro. Y también desigualdad entre los más poderosos y ricos de un territorio y el resto de sus pobladores.
Sin embargo hoy, el futuro del mundo no se juega en el campo de los países ni las naciones. El futuro del mundo se juega en el campo de las Ciudades Globales. Y la herramienta para la colonización no es la anexión de territorios, sino la aculturalización que implica el turismo, tal y como argumenta Dean MacCannell en su libro de 2003 “El turista, una nueva teoría de la clase ociosa”. Además, este proceso también supone un importante instrumento de distribución de la economía en el territorio. Y es que, hoy, no es posible simplificar los procesos encasillándolos en lo binario del pensamiento aristotélico.
3. La Historia siempre nos enseña.
Hagamos una traslación histórica al siglo X del norte de Italia. En la mayor parte de Europa la caída del Imperio Romano supuso un despoblamiento urbano que trajo consigo el desplazamiento de una parte importante de la población al campo, renunciando a su condición de ciudadanos para aceptar el vasallaje feudal a cambio de la seguridad que ya no podían garantizar los ejércitos romanos. Sin embargo, en las ciudades del norte de Italia, por razones geográficas, por la existencia de una importante concentración de población y por un mayor nivel cultural generalizado, algunas ciudades consiguieron convertirse en importantes entidades políticas en un tiempo en el que se comenzaba a construir el paradigma de la Nación Estado a base de guerras entre señores para anexionarse territorios cada vez más grandes. Señores feudales que concentraban el poder y creaban una economía de escala capaz de generar las estructuras políticas y económicas que derivarían en el mundo que hemos conocido, y que creemos que sigue operando en la actualidad. Estas ciudades eran territorialmente reducidas, pero ejercían una elevada influencia política y financiera. La conciencia local y la identidad de cada una de ellas las dotaba de fortaleza social y también de independencia frente a otros poderes invasores. Frente a los señores feudales poseedores de grandes extensiones de tierra y que contaban con mano de obra servil, las Ciudades Estado italianas se convirtieron en importantes metrópolis comerciales acumuladoras de talento y creatividad, cultura y visión crítica. Esto fue lo que les permitió conquistar su independencia respecto a los soberanos que, formalmente, las gobernaban.
4. Interrogando la realidad.
Retomemos de nuevo el paradigma urbano de la Ciudad Gobal. En estas ciudades, los conceptos que tradicionalmente hemos utilizado para analizar los procesos urbanos resultan insuficientes para describir las transformaciones que se están produciendo. La reducción de la complejidad a un lenguaje simple u obsoleto se está convirtiendo en una de las formas más efectivas de minar las posibilidades reales de reenfocar el discurso político y social hacia opciones reales de cambio. Desigualdad, economía neoliberal, frontera o riqueza, son significaciones que según Sassen, debe ser intelectualmente interrogados, pues utilizarlos para describir el nuevo paradigma sólo sirve para NO hacernos pensar.
Uno de los conceptos que interroga a través de su último libro es el de desigualdad. Según su tesis, en este momento la desigualdad no describe el problema de la pobreza o los procesos de empobrecimiento contemporáneos que se están dando en las grandes ciudades. Siempre hubo un uno por ciento de gente muy rica, y siempre hubo países o territorios más ricos que otros. Esta desigualdad es la que el Estado de Bienestar y los acuerdos internacionales (no los unilaterales), han tratado de compensar. Lo que se está produciendo en este momento es la concentración masiva de riqueza en manos de una élite mundial que, según Sassen, supone aproximadamente el 40 por ciento de la población que habita en las Ciudades Globales. No es el 40 por ciento de la población, ni tampoco el 40 por ciento de la población que vive en las ciudades. Esta nueva clase social prefiere las Ciudades Globales. Un desequilibrio tan importante de riqueza, genera la necesidad de un nuevo concepto que la palabra desigualdad ya no representa. En su libro de 2014 titulado “Expulsiones” describe el proceso por el cual, la propia población de las ciudades es expulsada de la vida de las mismas. No habla de las migraciones, que son otro problema diferente, ni de la desigualdad entre escalas sociales. Sassen habla de la expulsión que millones de habitantes de las ciudades experimentan en su propio espacio vital, mientras otros tantos luchan por mantenerse en un equilibrio incierto ante el temor a un empobrecimiento sin posibilidad de remontada.
La clase media está desapareciendo mientras la riqueza se acumula en manos de una élite cada vez más distante del resto de la población, que se empobrece poco a poco. Según su tesis, la movilidad social que había caracterizado la clase media del siglo XX está desapareciendo rápidamente. Ni los ricos van a dejar de ser ricos por mal que lo hagan, ni los pobres dejarán de serlo por mucho que se esfuercen. En una entrevista exponía como ejemplo el de una persona que estudia enfermería. Esos estudios son difíciles y exigen dedicación y también recursos económicos, y el desempeño profesional implica una gran entrega emocional y largas horas de duro trabajo. Sin embargo, esta persona no ganará un buen sueldo que le permita vivir con desahogo, ni darle una buena educación a sus hijos. Una persona joven que cree una red social será, por el contrario enormemente rica y accederá a un nivel de poder y riqueza que nunca descenderá lo suficiente por muy mal que gestione su negocio, como para empobrecerla tanto como la persona que ejerce la enfermería. Llegar lejos partiendo de la nada solo es posible gracias a proyectos empresariales disruptivos, y esto no es posible para todos.
La lógica económica de esta clase privilegiada es descrita por Sassen como extractiva. Es decir, no genera riqueza ni se implica en el proceso social. De igual modo que la banca comercial no se puede comparar con la banca financiera, por mucho que ambas se denominen bancas, las empresas tradicionales no pueden equipararse a las empresas globales. Un banco comercial gana si la población a la que le presta dinero gana, mejora su vida y puede devolver el préstamo con intereses. La banca financiera funciona de otro modo. Su lógica es la del algoritmo que convierte en riqueza la deuda de millones de personas. Esta riqueza puede extraerse de cualquier lugar del planeta, ya sea un paquete de hipotecas, una mina de cobre en Perú, metadatos de aplicaciones móviles que creemos gratuitas, tierras agrícolas del tamaño de países enteros en África, residencias de estudiantes en Pekín o suelos turísticos en la Costa del Sol. Un proceso similar ocurre con el concepto de empresa. Las empresas tradicionales nacían con un proyecto vital, y el capital humano era una parte importante del mismo. Era el modelo fordista de crecer haciendo crecer a los empleados y empleadas. Las nuevas empresas globales, en muchos casos, ni siquiera tienen personas empleadas. Extraen de los autónomos su capacidad de trabajo y eximen cualquier responsabilidad social respecto a ellos y la riqueza que generan con su trabajo. El objetivo no es crear un proyecto con el que ganar y enriquecerse. El objetivo es extraer de los filones aún por descubrir, unas posibilidades de enriquecimiento que ni en un millón de vidas podrían agotar los propietarios de estas empresas.
En el ámbito del desarrollo territorial, estas lógicas financieras muestran una cara familiar a través de agentes que en algunos casos, ya operaban antes de la crisis de 2008. Sin embargo, las estructuras que los mueven son totalmente distintas. La mayor parte de los fondos que se dedican a la inversión inmobiliaria podrían sustituir a todos sus empleados, y sin embargo, seguirían existiendo. Es algo así como si la realidad de estos entes jurídicos se asemejase a un átomo. Su potencia es impresionante, pues configura la materia. Sin embargo, la mayor parte de su interior es un gran vacío ocupado sólo por un pequeñísimo núcleo de neutrones y protones, y unos cuantos electrones moviéndose a gran velocidad. La variedad de las posibilidades de estos tres elementos es la que configura la diversidad de la materia. Y en este caso, la complejidad del sistema financiero es el que opera sobre nosotros. Todos nosotros.
5. Los procesos sociales
Una de las características que se están produciendo en la actualidad es la falta de implicación con el territorio, de las grandes empresas que maniobran en el espacio inmobiliario. Esta es una novedad aún por describir, pero que se diferencia de las empresas promotoras o constructoras anteriores a la crisis. La vida de quienes dirigían estas grandes empresas estaba vinculada a su tiempo histórico. Mientras invertían en un suelo, desarrollaban otro y construían otro. Así, existía un plan empresarial vinculado a un plan temporalmente humano que podía tener continuidad en otras generaciones. En este momento las grandes empresas inversoras no están interesadas en nada que suponga una inversión a largo plazo. Buscan suelos resultantes, sin necesidad de inversión de recursos económicos ni temporales. Buscan, a fin de cuentas, extraer los mayores beneficios de los suelos más atractivos, como los centrales, los mejor conectados o los que no requieren gestión previa. La gestión es una incertidumbre en la que pueden surgir iniciativas sociales que demanden un espacio propio. Y esto es un inconveniente a evitar.
Y es que los territorios hablan a través de sus ciudadanos y ciudadanas, pero sobre todo, a través de sus iniciativas culturales, sociales y económicas. Pero las suyas propias. Por eso es necesario asumir una posición que nos permita enfrentarnos a un paradigma que está utilizando un lenguaje arcaico que creemos contemporáneo, como táctica de distracción. La sociedad civil, las asociaciones de comerciantes, los ateneos y asociaciones culturales que agrupan la inquietud de su ciudadanía más activa, las agrupaciones de padres y madres de los colegios, las asociaciones ciclistas urbanas o la Universidad, por poner algunos ejemplos, deben configurar esa identidad que, como en el siglo X permitió a Venecia, Florencia o Milán, tener un espacio propio de acción frente a las guerras feudales del resto de Europa.
6. Hipótesis.
Las ciudades serán globales, o no serán. Esta es una realidad que cuanto antes se revele, antes permitirá a la población diseñar una acción conjunta para mantener la independencia de los territorios frente a los procesos de degradación y expulsión que provoca la globalización, y acumular el poder necesario para no ser absorbidos por la lógica extractiva de los nuevos procesos financieros. Se trata pues de construir Ciudades Globales capaces de elegir su forma de inserción en el espacio global.
Málaga será Ciudad Global, o no será. Málaga, junto con su territorio de influencia debe reconocerse a sí misma como una Ciudad Global capaz de diseñar su propio futuro. Un futuro en el que la economía debe enfrentarse a la financiarización. En el que seamos capaces de crear proyectos económicamente rentables, pero también social, cultural y ambientalmente beneficiosos.
La integración de las poblaciones rurales en el proyecto económico de Málaga Ciudad Global, la defensa de los valores ambientales y paisajísticos como recursos que no se deben malvender, la elección consciente de aceptar la migración como un recurso y no como un conflicto, la reeducación en un lenguaje que prime la economía social frente a la lógica financiera, son algunos de los contenidos que deberán formar parte de la Constitución de Málaga Ciudad-Estado, refiriéndome con este concepto, al de una ciudad que no sólo es absorbida por las lógicas de la globalización, sino que es capaz de fijar límites e incidir en ese espacio globalizado a través de una identidad, una cohesión y un proyecto común.
7. Y, ¿qué pasa con la torre del puerto de Málaga?
La torre del Puerto de Málaga surge por iniciativa pública a través de la redacción del Plan Especial del Puerto que la propone. El problema que se debate en los foros públicos es el del paisaje, desviando la mirada del reto que de verdad se debe afrontar desde los poderes públicos y las plataformas de la sociedad civil. Es necesario recordar, que el impacto paisajístico no es lo mismo que el impacto visual. El paisaje es, según el Convenio Europeo del Paisaje que España ratificó en 2007, aquello que la población percibe en relación con cada territorio. Un elemento puede tener mucho o poco impacto visual. Pero el impacto paisajístico sólo se puede evaluar a través de una consulta suficientemente representativa de las distintas sensibilidades e intereses sociales, culturales y económicos. Nunca puede ser la opinión de un determinado cuerpo técnico, ni la de unas cuantas personas entrevistadas al azar. La percepción del paisaje, para complejizarlo aún más si cabe, está atravesada por los vectores del tiempo individual, el aprendizaje social y la historia.
La torre destinada a hotel, está en el Plan Especial. Esto es una realidad. La ciudad de Málaga está abocada a recibir a una gran cantidad de población, proveniente de esa nueva clase privilegiada que se está acumulando en las Ciudades Globales, y también de miles de personas que acudirán aquí en busca de una oportunidad. El debate, pues, no es si la torre debe tener más o menos plantas, o si la torre tiene un impacto visual o no, pues obviamente lo tiene. El debate más bien debería ser, cómo queremos que el agente inversor de la torre colabore al desarrollo del territorio en el que se inserta y en el que existe un proyecto vital para su población.
8. Conclusión propositiva.
Podemos decrecer, y convertirnos en un territorio dependiente de otra Ciudad Global de cuya área de influencia podamos formar parte, añorando tiempos pasados como mejores. O podemos crecer, acumular capacidad creativa e iniciativas económicas vinculadas a la población y al territorio, para hacer de Málaga una Ciudad-Estado que cree lazos con otros territorios que permitan a esa red de ciudades configurar lo que en los años 80 Hakim Bey denominó Zona Temporalmente Autónoma.
Podemos elegir cómo actuar en este momento de la Historia, pero no podemos negar el tiempo histórico que nos ha tocado vivir. Se exigen mentes lúcidas, comprometidas y capaces de cooperar en pro de un proyecto más amplio que el propio.
9. Coda
Y por un euro, les escribo un artículo igual, defendiendo la idea contraria. Pero elijo esta.